Massimo Vignelli es un diseñador de los que hay que conocer. Su trabajo, admirado en todo el mundo, se basa en conceptos demasiado importantes como para no prestarles atención: responsabilidad social, simplicidad, fuerza y evolución.
Nacido en Milán, emigró en los años 50 a Estados Unidos y creó -junto a su mujer, Lella Vignelli- la empresa de diseño Vignelli Associtesdesde allí continúa trabajando en un abanico bastante amplio de aplicaciones: diseño de marca, de producto, de packaging, diseño gráfico y de muebles.
Entre sus trabajos más comentados y notables, destaca el sistema de señalética y mapas para el metro de Nueva York (1966) y el Museo Guggenheim en Bilbao (1998), la identidad corporativa de Bloomingdale’s (1972), la de Benetton (1995) y un larguísimo etcétera.
Pero lo más interesante de Vignelli es su aproximación al diseño como solución de problemas, como una disciplina que crea productos no elitistas. Se aleja del diseño cortesano y abraza las enseñanzas de escuelas que buscan centrarse en la función más que en la estética. Se declara seguidor de Mies van der Rohe, de Josef Hoffman y persigue un diseño responsable con la sociedad.
ADRIANA DELGADO
MIGUEL LOPEZ
La versión del cartel es muy pobre y no tiene mayor relación con Vignelli, el texto también carece de profundidad
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